Para no equivocarse en Madrid

Y el mundo adoptó los 750 cl. como unidad de medida del vino.

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El eterno genio del vino. Éramos casi un mono… acabábamos de bajar del árbol hacía cuatro días y ya estábamos privando sin parar y eso que no había bares. Ricorico… uuuhh… uuuhhh… cuatro tajadillas de ná, pero en cuatro días, claro...
El mundo lleva tomando vino la misma humanidad, desde el Neolítico. Caminábamos y bebíamos por aquel entonces por los Montes Zagros, el Irak e Irán de hoy. En aquellos tiempos prehistóricos descubrieron el barro y su capacidad para almacenar y transportar. Ya no hacía falta vivir a la orilla de los ríos, el agua y el vino se almacenaba y transportaba en recipientes de barro. También en pellejos de animales, que 5000 años de por medio llegaron hasta nuestros días. Un excepcional y práctico método de transporte y almacenamiento de aquellos medio monos del Neolítico y de los hombres del S. XX. En los sesenta y setentas, todavía se veían descargar pellejos de vino en bodegas y tabernas. Tumbados y con una espita en la boca del pellejo, lo vendían por frascas y chatos en las barras de bares y bodegas. Los pellejos desaparecieron, pero las botas de vino de piel de cabra siguen vivas vendiéndose por toda España. El sabor a pez las sacó del mercado. Muchos siglos después, en el S. XV a. C. en Siria y Líbano ya se utilizaban jarras y ánforas de barro para el transporte de productos, vino entre otros. Todo comenzó en Creta, en la ciudad de Cnosos, la más importante y reseñable en las civilizaciones de la Europa arcaica. Griegos y romanos también las utilizaron a lo largo de los siglos, para transportar uvas y vinos. Su fragilidad y escasa resistencia a los golpes originaban demasiadas pérdidas.Depósitos de barro de Lamancha que ya se utilizaban en las antiguas civilizaciones Pero cuando los romanos conquistaron la Galia, cambió el paradigma del transporte del vino. Se sorprendieron de que los galos utilizasen cubas de madera de roble para almacenar y trasportar su cerveza. Eran resistentes y manejables: se podían mover sin dificultad, rodar sobre la barriga cuando estaban vacías, o sobre los extremos, la testa, si se hallaban llenas. Y todo ello ha continuado hasta nuestros días. En el siglo III a de C. los fenicios descubrieron el vidrio, algo que los romanos aplicaron en pequeña medida, con recipientes de diferentes formatos y volúmenes, cerrados y tapados. Botellas bajas y panzonas, quizás fueron las que más abundaron. No obstante, este descubrimiento no se aplicaría con fundamento hasta muchos siglos después: XVII / XVIII. Fue en 1821 cuando se fabricaron en Bristol, Inglaterra, las primeras botellas de cristal en serie, que con el paso del tiempo, se concretaría en la botella de 750 cl. Es chocante, pero cuando uno profundiza en estos hechos históricos alrededor de los recipientes del vino, la primera reflexión es: estos patrones o modelos de envases de orden mundial, debieron de tener una base “científica” o indagadora, fruto de investigaciones, teorías y prácticas acumuladas. Y la usanza o práctica y el paso del tiempoViñedo muy viejo de Cáceres, Extremadura, depurarían ese patrón o estándar. No es el caso. Resulta que la razón por la que las botellas de vino tienen 750 ml, fue fruto de un pragmatismo ajeno a la ciencia y a la búsqueda de un volumen experimentado, o un tamaño ideal para la crianza, evolución y transporte del vino. De hecho, hay volúmenes más idóneos que este como todos sabemos. También está escrito, que si los 0,75 l. era la medida idónea para el servicio de 6 vinos en las osterías italianas, o que si en la Francia del XVIII ya estaba establecido y correspondía a lo que bebía un hombre en la mesa. Tampoco está relacionado con el consumo per cápita, ni con la mayor facultad de conservación o transporte del vino. Ni siquiera con la capacidad pulmonar de los vidrieros que soplaban las botellas. Simplemente fue fruto de un acuerdo de volúmenes estandarizados para la exportación de vino entre franceses y británicos. Se regularizó en el S. XIX con el objetivo de normalizar una unidad de medida y tamaño para las necesidades del mercado británico. Los bodegueros franceses vendían vino a los ingleses, sus principales clientes y había que adoptar unas unidades de medida fiables y homogéneas, que arraigasen en sus transacciones comerciales. Se concertaron formatos y volúmenes, que tal vez desde el sistema métrico eran algo más chocantes, aunque de alguna manera conectaba con las suyas, con los viejos valores culturales del burdeos: las barricas de madera de roble de 225 l. En 1824 el Reino Unido, adoptó un nuevo galón (gallon) líquido, basado en el antiguo galón de cerveza: Wine gallon o galón imperial británico: Se estableció en un volumen de 10 libras de agua destilada, con unos valores de presión y temperatura determinados que equivalieron a: 4,5460902819948 litros. Es decir:Barrica bordelesa, característica de la Burdeos y zonas de influencia. Volumen de 225 l.
  • 160 onzas británicas líquidas.
  • 32 gills británicos.
  • 8 pintas británicas
  • 4 cuartos británicos.
  • 0,285714 barriles británicos
  • En resumen, 1 galón: 4,5461litros.
Fruto de este acuerdo, el vino de Burdeos se transportaba en las tradicionales barricas bordelesas de 225 litros:
  • 225 litros = 50 galones = 300 botellas de 0,750 l. Cuentas salían redondas.
  • 1 galón = 6 botellas = 1 caja. Todo sigue igual.
  • 2 galones = 12 botellas = 1 caja de 12. Nada ha cambiado.
  • 1 barrica = 50 galones = 25 cajas de 12.
Como información complementaria, digamos que el galón americano es de 3,7854 litros, 8 pintas estadounidenses de 473 ml y 32 gills estadounidenses. Es decir, 5 botellas de 757 ml por galón, en lugar de 6 botellas. La palabra galón procede del inglés gallon, a su vez del francés galon y del latín gallus (medida de vino). Curiosamente, como todos sabemos, con 1 kilo de uva se produce una botella de vino de 750 ml. En los años setenta (1975) se consolidaron estos tamaños en todo el mundo, cuando se estableció la legislación europea de envases en la que se declaraba, que el vino debería venderse en unos tamaños de botella determinados. También EE. UU. consolidó estos formatos años después (1979). No obstante, en 1933 EE. UU. impulsó las botellas para venta de vinos y licores. Aunque el motor de la idea fue la recaudación de impuestos por botella de wisky, en lugar de los barriles de uso común en la época. La fiabilidad del producto envasado, también mejoró notablemente. De este modo, la botella de 750 cl. se convirtió en patrón o unidad de medida. Determinó y reguló todos los formatos, capacidades y botellas estándares de menores y mayores volúmenes, cuyas proporciones por división o repetición se compendiaban en ella. Cada uno de los tamaños de estas botellas de uso común tiene un nombre propio, aunque en ocasiones los fabricantes, pueden hacer botellas bajo pedido con otros volúmenes. Los tamaños medios son difíciles de utilizar para su servicio y los más grandes casi imposible de manejar por sola una persona. Los nombres de los grandes formatos proceden de la Biblia, pertenecen a reyes judíos. Tamaños de botellas y sus nombres. [caption id="attachment_82355" align="alignright" width="121"]Bodegas Licinia, Madrid. Botellas magnum y 750 cl. Bodegas Licinia[/caption]
  • Estándar 0,750 litros o 750 ml.
  1. Benjamín o Pícolo. 1/4 de botella, 0,1875 l. La más pequeña.
  2. Tres octavos. 1/2 botella. 0,375 litros. Su nombre despista y parece una medida rara, pero en definitiva es la mitad de una botella estándar. Es el “cuarto y mitad” que decían nuestras abuelas en las tiendas de alimentación, aplicado al peso de alimentos: 375 gr.
  3. Estándar 0,750 litros. Medida tradicional utilizada para el vino en todo el mundo. Formato muy manejable e idóneo para guardar, transportar y servir.
  4. Magnum: 1,5 litros, 2 botellas. Tamaño muy común que tiene el doble de capacidades: duplicar el volumen y mejorar la crianza y evolución de los vinos. Para el mismo tamaño del corcho y tienen doble volumen, lo que implica una menor proporción en la oxigenación y por tanto, una mejora en la evolución del vino. Las bodegas suelen envasar en estas botellas las grandes añadas.
  5. Jéroboam 3,5 litros, 4 botellas estándar. Nombre del primer rey de Israel. Mejora su capacidad de guarda al mejorar la oxigenación. Y por tanto su conservación.
  6. Réhoboam 4,5 litros, 6 botellas estándar. Sucedió al rey Salomón. Este formato, como el siguiente, ya son tamaños que las bodegas utilizan para grandes eventos o exposiciones. A partir de este tamaño, ya no son manejables.
  7. Matusalen o Mathusalem o botella imperial 6 litros, 8 botellas estándar Nombre diferente, según proceda el vino de Borgoña o Burdeos. Patriarca muy longevo que falleció en el diluvio. Hasta esta botella, el incremento en cada formato superior es de 2 botellas. A partir de Salmanazar, el incremento es de 4 botellas, aunque no en todos los casos.
  8. Salmanazar 9 litros, 12 botellas.
  9. Baltasar o Balthazar 12 litros, 16 botellas patrón.
  10. Nabucodonosor 15 litros, 20 botellas. Fue el rey creador de las 7 maravillas del mundo. Es el tamaño más grande en el que se embotellan los vinos tranquilos. No obstante, a veces se ven formatos fuera de estas reglas establecidas. [caption id="attachment_82357" align="alignright" width="141"]Antiguo chato de vino, en el que todo era cristal Antiguo chato de vino[/caption]
  11. Salomón 18 litros, 24 botellas.
  12. Souverain 26,25 litros, 35 botellas.
  13. Primat 27 litros, 36 botellas.
  14. Melchizédec o Melchor 30 litros, 40 botellas.
      Alfredo Franco Jubete.  

LA BOCA MARKETING & COMUNICACIÓN, S.L. | EDITOR: Alfredo Franco Jubete

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