Para no equivocarse en Madrid

¿Hacemos barbacoa en el salón?

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  ¿Hacemos barbacoa en el salón? ¿Le gusta comer de barbacoa? Seguro que sí… a la mayoría nos gusta. ¿Y le gusta hacerlas? ¿Dónde las hace… o dónde las ha comido? En el jardín o en el campo… e incluso en los espacios públicos habilitados para hacerlas, supongo. ¿Y no la ha hecho nunca en el salón? ¡Pordiospordios!, pues no sabe lo que se ha perdido. ¿Le apetecería hacer una en un salón? Si le apeteciese esta experiencia única, le doy el nombre de un restaurante de Aranda de Duero, es de los buenos de la ciudad, cómodo y céntrico. Hasta es posible que la recuerde toda su vida. Yo la viví ayer con tres personas más y fue única. Resulta que era el único restaurante de los más destacados de la ciudad que no conocía, por eso fuimos a comer allí. Todo lo que pedimos estaba bueno y el lechazo, magníficamente asado. Cuando estábamos a mitad del cordero, en la mesa de al lado comenzaron a hacer una fantástica barbacoa, pero muy bien hecha ¿eh? Una plancha de piedra perfecta, seguro que a unos 250º de temperatura. También tienen parrilla con brasas incandescentes para las chuletillas de cordero, pero eso lo cuento luego. Pues eso, que una parrillada fantástica, ¡quégozada! ¡Daba gloria verlo! Aquello chisporroteaba grasa, olor a carne asada y grasa quemada... impresionante. Qué delicia verlo. Eso sí que era asar a conciencia. ¡Y en el propio salón del restaurante!, en mesa del comedor, con su mantelito blanco y su canesú. Nada de mariconadas de la cocina, ellos mismos y a su gusto… ¡vueltayvuelta! Pero a todo esto, una de las personas que venía conmigo, con los ojos como tomates y llorando como la de la biblia, se tuvo que salir a la calle. Hizo dos intentos más de entrar, pero nada, se tuvo que quedar en la terraza mientras el resto nos acabábamos el lechazo. El postre y el café afuera. Claro, después de la bronca que tuve con el responsable. Pues sí, señores y señoras, esta ¡mieeeerrrddaaa! sigue existiendo. Uno pensaba que estas modas eran muy pretéritas y habían desaparecido. Pero uno imaginaba muy mal. Uno consideraba que los dueños de los restaurantes y sus empleados, habrían tenido suficientes enfados y contrariedades, como para seguir convirtiendo la sala de su restaurante en un chozo lleno de humo y olor a grasa y carne a la plancha. ¿Pero por qué mantienen una oferta que cuando les das la bronca te dicen que tienes toda la razón?

  • ¿Pero por qué mantienen este plato en la carta? ¿Qué porcentaje de ventas le supone esta bronca? Nada, inapreciable. ¿Y les compensa tenerlas? Subió las cejas y los hombros.
  • Y a pesar de las varias protestas ¿Les merece la pena? Más cejas y ojos cerrados.
  • Se llama sala, salón o comedor. No puede llenarse de un indeseable olor a chozo, grasa, humo y chirrichirri. ¡Ni en las cocinas hay humo!
  • Yo no invito a nadie a mi casa a comer, lleno de humo, olor a grasa y carbón quemado el salón y menos si no les conozco. Y menos si no tengo confianza con ellos. Y menos si encima me pagan y tienen que salir de casa oliendo a chozo.
  • Si quieren mantener esta actividad, que pongan campanas extractoras, al menos en una zona del restaurante. En los restaurantes japoneses y taiwaneses que tienen comedores con tepanyaki (tepan significa plancha/parrilla) lo dicen expresamente en su carta. Y lo más importante, tienen campanas extractoras en cada mesa con su consabida plancha. Y si no comes ese tipo de elaboraciones, te sientan en otra sala o comedor, por obvias razones. Pero en cualquier caso, en ese comedor no hay nada nada de humo y casi ni olores.
  Pero mientas estábamos tomando el café en la terraza, en la mesa de atrás, traen a una señora que comía con sus niños, una parrilla con chuletillas y varias brasas debajo de una parrilla con chuletillas de lechazo. Como el viento iba en contra de la señora, se tenía que levantar de la mesa porque no resistía el humo en los ojos, y no podía comer, claro. Al final nos reímos mucho con esta otra estupidez y la pobrecilla penando con el humo. En fin, demasiadas razones para que esto siga existiendo. Es una actividad que genera muy malos humos. No es aceptable de ninguna de las maneras, salvo que lo anuncien. Los clientes lo deberíamos saber, por lo menos al sentarnos a la mesa, para tener la capacidad de levantarnos antes de que nos hagan la comanda. Los restaurantes deberían decir claramente en el menú e incluso en su publicidad. Hacemos barbacoas en el salón.   Alfredo Franco Jubete. [caption id="attachment_50890" align="aligncenter" width="600"]Chuleta de vaca de 12 años. Bodega El Capricho. Chuleta de vaca de 12 años. Bodega El Capricho.[/caption]

LA BOCA MARKETING & COMUNICACIÓN, S.L. | EDITOR: Alfredo Franco Jubete

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