Comentario: Para comer con amigas Madrid. El continente te lleva al contenido por el poder subversivo de las ideas, la ruptura del statu quo y la solidez de un concepto creativo revolucionario. La gran idea se convierte en el imán, el motor de negocio. Un ejemplo perfecto del green new deal, que nace cuando la sociedad se moviliza para comer con conciencia. Tiene los valores de los antiguos templos: colosales y espaciosos. Más de 1000 metros cuadrados, con la altura de un teatro (El Espronceda y antiguo estudio de sonido de la Agencia EFE). Una gran terraza interior, que tras unas enormes cristaleras, alberga mesas entre naranjos para 60 comensales. Pero lo más rupturista, es que lo que tiene ante tus ojos no tiene ningún valor real, todo es funcional, “vulgar” o sin interés decorativo. Pero con un gran valor añadido: la sostenibilidad hasta detalles inimaginables. Un restaurante único, modelo de sostenibilidad e innovación original. Lo importante está en el continente que genera admiración y mesas llenas y no en el contenido gastronómico, aunque es correcto y está bueno. La épica de las ideas en año y medio de obras: a) asientos y respaldos fraguados in situ con escombros. b) Tejado abierto para dar luz y vida al patio interior. c) Sillas de “cuatro tablas”, rústicas y básicas, hechas con las vigas del derribo. d) Inmensas “tinajas” con pitorros botijeros, que colgadas del techo enfrían agua en su interior y climatizan el local. e) Canalizaciones bajo el suelo con un sistema para aprovechamiento de aguas internas y precipitaciones. f) Máquina de compostaje para tratar residuos orgánicos. g) Cojines de ropa reciclada, mandiles que no necesitan ser lavados, tirador de la puerta realizado con cables eléctricos sobrantes. h) Solo aceptan pagos digitales. También son un ejemplo de responsabilidad social: un porcentaje destacado de empleados son migrantes. Les dan trabajo durante un año, les enseñan la profesión y les libran de la exclusión social a través de tres Fundaciones. En definitiva, si come será un consumo consciente y estará usted participando de un (Mo de) Movimiento de respeto a nuestro maltratado planeta. Aquí se viene a comer con conciencia y a visitar este santuario de la restauración sostenible y responsable con el medio ambiente. A estar a gusto con amigos o familia en un ambiente agradable, en la que predomina la gente joven y muchas mujeres solas. (+) Ni que decir tiene que los productos del restaurante están en consonancia con el proyecto. Uno de los dueños viajó por España buscando productos de proximidad, pequeños productores ecológicos: jamones extremeños de bellota ecológicos, pollos de igual condición, mozzarella y burrata de una granja extensiva de Pucela. Verduras de huertas orgánicas, vinos biodinámicos y ecológicos… ni un producto fuera de foco. Hasta la leña de encina que alimenta los dos grandes hornos para pizzas y calienta los circuitos de calefacción, procede de cortas certificadas de Extremadura.

Especialidades: Carta corta que describe una cocina sencilla y fácil. La de vinos, tiene poco que describir, es muy básica. Hay que comer una pizza. Por delante, el gazpacho de tomate cherry emulsionado con aguacate es correcto y de los mejores entrantes. El cebiche de champiñones denota poco equilibrio, los champiñones “desaparecen” con el limón verde. Los buñuelos de calabacín están cocinados con masa demasiado consistente, nada refinados. Pisto con huevo frito, bien reducido, interesante y sabroso, pero con algún sabor duro, casi amargo, por detrás. La burrata de Valladolid con los tomatitos en rama asados, está rica en su sencillez. Pizzas de estilo clásico romano, masa fina, tamaño medio y con diferentes ingredientes: las dos degustadas eran muy correctas y agradables: la de queso de cabra con tomates cherry confitados y secos; y la de mozarella con crema de espárragos y panceta. En ambos casos, cremosos rellenos. Algo quemada en la base de la primera, por lo que amargaba un poquito. También correcto el pollo de corral asado. El pan es bueno y está estupendo, lo elaboran ellos mismos en su obrador (a la entrada), con harinas integrales y ecológicas. De postre, tarta de queso, o de chocolate con el 73% de cacao, correctas, cremosas y punto fluido en el centro. También tiramisú en taza, poco dulce (todos los postres) y se dejaba comer. Buen servicio, joven, muy atento y con ganas de agradar. Tuvimos que defendernos, nos querían llevar a la terraza: “han reservado en la terraza” .¿Yoooo? ¿En agosto, con 38º ayer y otros tantos hoy en la calle? “Así figura en el libro de reservas.” Jejeje, así lo habrá puesto el que me hizo la reserva. Finalmente nos pusieron en una buena mesa. Para comer con amigas Madrid.