Para no equivocarse en Madrid

Historias cultas de una taberna de culto, Casa Ciriaco

EDITORIALES -TENDENCIAS-, LA BOCA MAGAZINE, TAPAS DE LETRAS











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Casa Ciriaco Hace un par de días nos enterábamos del fallecimiento de Godofredo Chicharro, Godo para los amigos. Uno de los propietarios de esta legendaria casa, que forma parte de la historia de Madrid y no solo gastronómica. Con el objetivo de honrar la memoria de Godo, publicamos esta pequeña recopilación de anécdotas. Una de ellas con él y Julio Camba como protagonistas. El primer capítulo de la historia y el más conocido fue en 1906, cuando todavía era Casa Valiñas, un almacén de vinos y comidas. En 1923 pusieron la licencia a nombre de Pablo Muñoz, hermano de Ciriaco. En 1929 ya abre Ciriaco como casa de comidas. Y en 1967, los hermanos Chicharro, Ángel y Godofredo, ya se hicieron cargo del establecimiento registrándole a su nombre. Ángel ya había fallecido hacía años. Como decíamos antes, el primer capítulo de la historia fue en 1906. Desde este mismo edificio, el 31 de mayo de ese mismo año, el famoso anarquista Mateo Morral arrojó la bomba al paso de la comitiva real, cuando Alfonso XIII con Victoria Eugenia venían de su casamiento. Así lo cuenta un gran cartel en la taberna y una simpática caricatura de Mingote, en la que dibuja el vuelo de la bomba y el toque del “bombo” de dos madrileños a sus chulaponas. Por esta legendaria casa de comidas pasaba todo Madrid: políticos, intelectuales, toreros, periodistas, conocidos y aficionados a la gastronomía. Antonio Mingote presidía su club de amigos hasta su fallecimiento. Julio Camba una vez al mes cenaba con sus amigos Miguel Pérez Herrero, Miguel Utrillo, Luis Calvo, Antonio Díaz Cañabate, Pedro Sáez Rodríguez y otros. Una noche, este último pidió una fabada y el camarero le advirtió: “¿se da cuenta lo tarde que es don Pedro? Sí, pero el estómago no ve y solo quiere que le dejemos satisfecho”. Otra más de este gran gastrónomo y escritor que era Julio Camba, que ilustra lo “tieso” que andaba del bosillo. Pedro Sáiz Rodríguez, diputado en la República y posterior Ministro de Instrucción Pública, le envió un telegrama a Galicia. “Don Julio, le espero para echar una partida de póquer en Valladolid”. Y Camba le contestó: “Querido Ministro, espero que mandes dinero para el viaje y la partida”. Y la última, la más divertida. “Godo”, uno de los dueños como hemos dicho, le tocó lo intocable a Camba, cuando con el comedor a rebosar dijo en voz alta: “¡Dooon Juliooo Gambaaaa, le llaman al teléfonooo!”. Por lo visto la armó gorda por las risas que provocó en la audiencia y los chistes fáciles de sus amigos de mesa. Godo, descansa en paz. (Esta crónica se escribió, lógicamente, antes de que cerrasen el establecimiento y una nueva dirección se hiciese cargo)   Alfredo Franco Jubete.

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