Para no equivocarse en Madrid

Sopas frías en vino

EDITORIALES -TENDENCIAS-, LA BOCA MAGAZINE, TAPAS DE LETRAS











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En una librería de viejo me he encontrado un atractivo libro de Emilia Pardo Bazán que se titula: “La Cocina Española Antigua”. Se trata de una recopilación de recetas antiguas, sin modificar por la autora, muy interesantes. Acabo de comenzar a leerlo con interés porque hay sugestivas recetas que te llevan algunos seductores descubrimientos. De entrada, el prólogo tiene un final muy divertido, que habla de una época pasada, claro. Textualmente: “Lo más femenino de este libro es la recomendación con que voy a acabar este prólogo. En las recetas que siguen encontrarán las señoras muchas donde entran la cebolla y el ajo. Si quieren trabajar con sus propias delicadas manos en hacer un guiso, procuren que la cebolla y el ajo los manipule la cocinera. Es su oficio, y nada tiene de deshonroso manejar estos bulbos de penetrante aroma; pero sería muy cruel que las señoras conservasen, entre una sortija de rubíes y la manga calada de una blusa, un traidor y avillanado rastro cebollero”. Firmado. La Condesa de Pardo Bazán. Entre las primeras recetas que he leído, descubro una titulada: “Bola de Zamora para el cocido español”. Cuenta los ingredientes para hacer lo que hoy llamamos relleno, y son: pan rallado, ajo, perejil, huevo y carne de la víspera picada. Pensaba que las bolas o pelotas del cocido con carne, solo eran mediterráneas, es decir, de Cataluña, Reino de Valencia y Murcia. Y que el relleno castellano nunca llevó carne en sus ingredientes. En algunos casos he leído trocitos de tocino, pero más como una receta personal que generalizada. [caption id="attachment_51699" align="alignright" width="250"]Torrija con helado. Triciclo. Los 5 Mejores. Torrija con helado. Triciclo. Los 5 Mejores.[/caption] Y otras de “Sopas frías en vino”, que trae tres: ·         “Sopa de loro o de bestia cansada” En realidad es lo que en la vieja Castilla llamamos sopanvino: una rebanada de pan empapada en vino y con azúcar por encima. Esta era una merienda tradicional de niños de la posguerra. Y parece que carreteros y mayorales también se la daban a los equinos para devolverles el vigor después de un largo esfuerzo. ·         “Sopa borracha”. La anterior más refinada: bizcocho, vino generoso, canela y azúcar. ·         “Sopa borracha de torrijas”, que podría ser adecuada a los tiempos que corren, si a partir de este concepto se evolucionase hacia algo superior y diferente. Los aderezos de torrijas, en muchos casos, siempre han llevado diferentes tipos de vinos y alcoholes, según la receta del cocinero/a. Pero ya que corren tiempos tan torrijeros, porque… ¿cómo era eso de que si no hago lo que veo me meo? Como sucede con otros platos del menú patrio, hoy día, no hay restaurante del nivel que sea, que no tenga una torrija en su carta. Y algunas son sensacionales. (Anda David Muñoz, haz un postre para Streetxo, ¿una torrija agripicante con kimchi y salsa hoisin…? Bueno, o lo que sea, tú mismo claro). Pues a lo que iba, ya que la torrija está tan de moda, hay una receta que me sugiere e insinúa más por el nombre que por su ejecución: “Sopa borracha de torrijas”. Después de hacer las torrijas al uso dice: “Se dejan enfriar y se colocan en una fuente emborrachándolas con vino blanco. Se añade azúcar, polvo de canela y media cucharada de coñac. Esta sopa o más bien plato de capricho, gana mucho estando fría, semihelada".   Alfredo Franco Jubete.

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