Para no equivocarse en Madrid

Lo gordo era bello.

EDITORIALES -TENDENCIAS-, LA BOCA MAGAZINE, TAPAS DE LETRAS











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Lo gordo era bello. Tapas de letras. los5mejores.com “Si queréis ser mío, os quiero bello, gordo y robusto” (comedia de Goldoni).  La gota en la aristocracia europea del XVII y XVIII era una enfermedad profesional. Carlos V el primero de la lista, con su prominente mandíbula masticaba, procesaba comida como una cosechadora. Banquetes interminables con diversos cortes de carnes variadas era el camino. La fuerza y el mando incluso guerrero se adquirían comiendo mucha carne, era un símbolo de clase y opulencia. Los nabos y las verduras eran para la clase trabajadora. No hay más que coger cualquier comida diaria de reyes, para ver que la carne era la esencia de los pudientes y que los menús era muy anchos y muy largos. Un menú de Felipe II e Isabel de Valois, entre principios, primer y segundo servicio, excluido el postre, se compone de 34 platos, de los cuales 21 eran de carne: tocino, carnero, pavos, torreznos, ternera, vaca, liebres, capones, perdices, gazapos, cecina, carnero, cabritos, jabalí y pichones. El resto eran pasteles, empanadas, alguna sopa y una ensalada. Seguro que no pasaban hambre. Estar gordo era bello, símbolo de riqueza y bienestar. Los florentinos celebraban su triunfo económico y social definiéndose como “pueblo grueso”. Y Bolonia se promocionaba con el adjetivo de gorda… y Shakespeare decía: “De los delgados hay que desconfiar”. Igual que ahora, vamos. Con toda esta comida, una modelo tiene para todo un año. Alfredo Franco Jubete

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