Para no equivocarse en Madrid

La gula, de pecado capital a sin pecado y pecado social.

LA BOCA MAGAZINE, Secciones, SIN COMERLO NI BEBERLO











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La gula en tiempos de bula era comer hasta embrutecer. Menos mal que puso las cosas claras un fraile orensano coetáneo del Padre Feijoo (S. XVIII): “se peca de gula cuando se pierde el conocimiento”. ¡Uuuufff! Menos mal pensaron en palacios y cenobios.
  Hoy llenar la andorga no es capital y si fuera pecado, sería un menú de 200 pasos, muuuyy largo y estrecho. Somos un país sin hambre y sin pecado. Hoy es muy difícil relacionar comida con pecado. No es fácil ni para la iglesia: ¡comer con delectación pecaminosa! No sé cómo se come esto. Y más difícil dominar los instintos y pasiones a base de ¡templanza! [caption id="attachment_75016" align="aligncenter" width="250"] Chuletona de buey[/caption] Parece que la Iglesia inventó el ayuno para “meter al infierno” los excesos de aquellos hombres, una sociedad medieval desmesurada, conflictiva y brutal. Eran los pecados capitales, relacionados e interconectados entre sí: la gula arrastraba a la lujuria, inducía a la pereza, entorpecía el cuerpo y obnubilaba la mente. El exceso de comida y bebida soltaba la lengua y arrastraba a la gente a hablar mal y demasiado. De ahí la prohibición monástica de hablar en las comidas y leer textos religiosos. Bebían demasiado vino y surgían discusiones y enfrentamientos subidos de tono. Les limitaron el consumo a una emina. Alimentación espiritual y corporal es muy precisa y guardan una relación muy estrecha en todas las religiones. Apreciar la obra de Dios, Yahvé, Alá, Buda en la comida, es un ingrediente espiritual de primer orden y aunque posee distintos significados para cada religión, para todas es símbolo, plegaria y purificación. La acción de gracias antes de comer es permanente en todas las religiones, no solo en la católica, cuya comunión a través del pan y el vino de la última cena, es el simbolismo. En los diez mandamientos no hay rastro de gula, Yahvé no veía materia para pecar, los judíos tampoco: o el maná o el hambre. Del hambre de los judíos a la glotonería repugnante de Roma en un santiamén. En el S.I a de C. el general conquistador Lucius Licinius Lucullus, Lúculo para los amigos, fue el primer glotón repugnante distinguido. Sus fastuosos festines eran asquerosos, inmundos y muy reconocidos. Vomitaban para volver a comer. Y como por aquel entonces, nadie sabía dónde comenzaba el sabroso vicio y cómo acababa uno sumido en el pecado, Gregorio Magno (Roma 540) lo explicó con gran detalle para todas las tomas del día: [caption id="attachment_47476" align="alignright" width="250"]Caldereta de marisco asturiana. Los 5 Mejores Caldereta de marisco asturiana.[/caption] Pecar antes del almuerzo (praepropere). Comer alimentos demasiado costosos (laute). En exceso (nimis). Con avidez (ardenter). Demasiado refinados (studiose). En fin, que ayuno o pecado. La literatura gastronómica y de costumbres, está llena de banquetes que se desarrollaban a lo largo de varios días. Los Austrias hicieron religión de la gula. Carlos V se desterró a Yuste, posiblemente y entre otras cosas, para devorar sin ser escrutado lo que trituraban sus prominentes e industriosas mandíbulas. Andaba todo el día llorando por su gota y porque le enviasen alimentos de todo el mundo. Su hijo Felipe II no fue menos, dicen los textos que “murió lleno de llagas de gula y lujuria”. No sé si fue para tanto, la gula real era símbolo del poder cotidiano. Los cortesanos iban a contemplar sus desmesurados banquetes, que en ocasiones superaban los dos o tres centenares de elaboraciones. En el libro de Guisados de Ruperto de Nola (1477), figura esta perla maravillosa. “La comida de tu familia sea moderada, antes coman manjares gruesos que delicados donde nace la gula desordenada, que es vicio incorregible que con sola muerte se acaba. La gula en el hombre es una lepra incurable que se acrecienta con el vivir”. Creo firmemente que una de las razones del desarrollo de la gastronomía, es la carencia de significado religioso de comida y bebida. La gastronomía da sentido a la vida varias veces al día: es el goce de los sentidos y del espíritu en un mismo instante. La mesa, copa, plato… el reencuentro, el amor…  amistad, familia, amigotes…la celebración, la convivencia, la vida... el compartir. Pero a veces, dejarse llevar por un epicureísmo desmesurado o ser un glotón incivilizado implica comer con desorden y sin medida. Son precisamente los “alimentos gruesos” que decía de Nola, los más incorrectos, los que provocan mayores desórdenes corporales. La comida rápida (fuck food), exceso de grasas, carbohidratos, proteínas... Hoy lo capital es el pecado social: el rechazo cruel a los obesos. El rechazo laboral a los obesos, superior en las mujeres, ¡claro! Sin duda, era mejor en el pasado, si se dejaban llevar por el pecado capital, se confesaban. Hoy no los perdona ni “dios”.   Alfredo Franco Jubete

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