Para no equivocarse en Madrid

Director creativo de restaurante.

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Director creativo de restaurante. La publicidad fue una de las actividades empresariales precursoras de servicios multinacionales organizados a través de redes de agencias por todo el mundo. En los años 50´s creo recordar, ya había multinacionales en España. Con el paso del tiempo, otros sectores fueron copiando este modelo de  organización regional por continentes, metodología y sistemas de trabajo, reporting, etc. E incluso algo más fácil o banal, los nombres de departamentos, cargos o la organización de los mismos. Así, empezaron a aparecer ejecutivos, supervisores o directores de cuentas (clientes, no números); y de director de arte, director creativo, director creativo ejecutivo en otras actividades. Esta semana vi por primera vez el programa Top Chef y en los cartelitos que decían quien era el cocinero/a en cuestión, apareció uno que ponía: Fulanito de Tal, director creativo del restaurante XXX. Pensé, mira, por fin ha dado el salto a este negocio. Era algo que me figuraba iba a pasar, porque cada vez más, el lenguaje y la explicación de los conceptos culinarios se parecen más a los publicitarios. Al fin y al cabo, son dos Zaranda (15) actividades de creación. Y digo yo, que será un título superior a chef. Y por tanto, también vendrá el de director creativo ejecutivo y quizás el director de arte especializado en puestas en plato. Dicho sea de paso, hace muchos años, cuando en las agencias la gente describía algún restaurante vanguardista con puestas en plato llamativas y espectaculares, se solía decir… un restaurante de esos de director de arte. El director creativo del restaurante de Top Chef, otorgándole su ego una clase superior a la de un señor maduro de pelo blanco, cocinero tradicional de una cadena de hoteles, le espetó fachendoso, con desprecio, mala baba y a la cara, que él no tenía derecho a la vida en ese concurso, que no pintaba nada allí. Con su ladina mirada de extraviado, envuelto en su ego inmaduro y sin domesticar de master of the universe, también despreció a una jovencita que cocinó levemente unas verduras para los hortelanos que las producían. ¿Y qué pasó?, que le ganó la cocinera. ¡¡¡Aaaaahhhhggg rabia infinita!!!, “yo no he venido al concurso a saltear verduras”. Su gran obra, compleja y abigarrada no había sido entendida por los labriegos… pero tampoco por sus colegas del jurado. Después de tantos años de publicitario, esta es una tipología escasa, pero real. Sus creaciones son esas y no se pueden cambiar, porque son suyas y están encantados con ellas. El master es consecuente con su idea y está muy bien que lo sea, pero claro, además tiene que ser inteligente y no olvidar jamás que cocina para un público objetivo. Y si no les gusta lo que creas para ti, algo muy malo te sucede. No obstante, para quitar valor al problema, su ceguera intelectual-creativa le dirá al oído: ¡ssshhh!, olvíííídaateolvííídaaate, que tu no cocinas para labriegos de azada. Pobre del que sea socio de éste, le va a amargar la existencia. Entonces, y ya que ha saltado la palabra director creativo a la cocina, digo yo que no tardando llegarán a las puertas de los locales: Restaurante creativo. Cocina creativa. Casa de comidas creativa. Taberna creativa. Restaurante Xxxx Boutique creativa. Taberna boutique creativa. Y nombres muy vacilones (ya los hay) tanto de restaurantes como de platos, para demostrar subversión y rupturismo creativos.   Alfredo Franco Jubete.   Foto: Postre de Zaranda.

LA BOCA MARKETING & COMUNICACIÓN, S.L. | EDITOR: Alfredo Franco Jubete

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