Para no equivocarse en Madrid

Cocinando el género… bueno, o el sexo.

BLOG, Opinión











Llamar:

El lenguaje es libre y democrático, lo crea la sociedad con sus descubrimientos, modas, tendencias e influencias. El debate entre género y sexo es el núcleo de la cuestión que estos días está en la prensa. El lado académico tiene muy clara la diferencia y el político expone, que para que haya un cambio cultural respecto a la equiparación y visibilidad de la mujer en la sociedad, debe haber un cambio de lenguaje. Y que sin el cambio de éste, no habrá la ansiada evolución cultural. Que todos deberíamos poner nuestro grano de arena y no ampararnos en la tradición para mantener un lenguaje sexista.
  De modo que voy a poner mi granito de arena con un ejercicio de lenguaje inclusivo, pero eso sí, desde el humor. En gastronomía, en la vida, el humor es clave para compartir una copa de vino, un cocido con amigos, amigas y familia, o un artículo. Recuerdo que hace muchos años en la mítica JWT, nos dio por hablar en la oficina con expresiones españolas traducidas literalmente al inglés. Con el tiempo llegó a ser un juego divertido y el que lo inició acabó sacando un par de libros. El primero creo que se llamaba “Speaking in silver”. Les propongo algo parecido. Un juego, una diversión sin dobleces ni actitud ridiculizante. Un vacile por encima del bien y del mal y con el máximo respeto a la lengua y a todas las partes… pero un juego, claro. Los epicenos son esos nombres genéricos que la tradición y la RAE dicen que no tienen género y que denominan a ambos sexos de la misma especie. Pero claro, muchos son masculinos, ni siquiera “hermafroditas” como el vinagre o la vinagre. ¿Qué hacemos con ellos?, pues abajo la tradición. A cojón visto, macho, que dice el refrán y si no lo tiene… será hembra o al menos lo podrá ser. Se trata de no excluir. Por tanto, el juego en este caso sería, dar visibilidad a lo femenino. Vamos en primer lugar con los pescados, por ejemplo. Esto quiere decir que debería haber, entre otros: besugo y besuga, boquerón y boquerona, chicharro y chicharra, congrio y congria, rodaballo y rodaballa, mejillón y mejillona, cazón y cazona, ostión y ostiona, camarón y camarona, berberecho y berberecha, bígaro y bígara, cangrejo y cangreja, chipirón y chipirona, calamar y calamara… Es curioso, al convertir al femenino, muchos nombres “suenan” a insulto. En cualquier caso, el juego con los pescados podría ser más o menos este:
  • De entrada comeremos besugo o besuga a la bilbaína.
  • Por cierto, el txitxarro o txitxarra a la espalda, estaba mejor que la txangurra, ¿verdad?
  • ¿Y la cazona en amarilla…? Estaba realmente espléndida.
  • Pero lo mejor, la salpicona… dónde va a parar…
  • Lo del ostión u ostiona lo dejamos para mejor ocasión.
Si enredamos ahora con las carnes, debería haber entre otras: lechazo y lechaza, tostón y tostona, pichón y pichona, tocino y tocina, chorizo y choriza (por cierto, en las matanzas gallegas se hacen chorizos y chorizas), salchichón y salchichona, lomo y loma… ¿Y si jugamos a “todo en femenino”…? Vamos, no me diga lo divertido que queda:
  • Reservé en Cándido y nos dieron una lechaza espectacular.
  • Pues a mí me gusta más la tostona.
  • Oye... ¡Y qué rica la lechona asada con orejonas!
  • ¡Marchandoooo una pincha morunaaaa!
El capítulo enológico, tampoco es moco de pavo. Lo de sumillera o someliera suena muy bien y no se ha utilizado hasta ahora... pues debería. Y si hay sumilleras, también debería haber mixólogas… ¿no?.
  • Sumillera por favor, ¿me podría traer un vino o vina generoso o generosa? Abocada, balsámica, licorosa...
  • ¿Y por qué no feminizar directamente Tinta Tempranilla si es una variedad de uva, de viña y de planta? Además en Ribera de Duero se llama Tinta Fina.
  • En La Diosa Baca, nos dieron a beber de la porrona… una vina rosada, peleona, agria…
El juego en la huerta también tiene mucha miga. Dar visibilidad a la tomata estaría muy bien. También tenemos entre otros: tubércula, repollo y repolla, berro y berra, cardo y carda, col y cola, coliflor y coliflora, garbanzo y garbanza, nabo y naba, puerro y puerra, hongo y honga… culantro y culantra, clavo y clava, comino y comina… interminable. Esto parece un juego erotico-gastronómico en vez de verduras:
  • Repolla rellena de tocina a la enebra
  • Potaja de garbanzas con choriza y cola.
  • Milhojas de nabas y bulbas (ojo, que las otras son con uve).
  • Ensalada de tomata, pepina y berras (las pequinesas son otras, no confundirlas).
  • ¿Y la cocida madrileña? ¡Uuufff!, fue tremenda.
Y un postre, ¿no?
  • Tocina de cielo con coca. Muy dulce, pero pone muchísimo.
  • Y en Navidad… la turrona y las polvoronas, como Dios manda.
  • Las bombonas, ¡muy ricas! Eso si… más pequeñas que las de butano, claro.
En fin, nada me apetece más que dar visibilidad a la mujer. Posiblemente he trabajado con más mujeres que hombres, pero solo el talento de cada cual, determinaba quien prosperaba. Y ni que decir tiene, que los salarios eran paritarios. Mi mirada invariablemente fue de respeto e igualdad hacia la mujer, en mi cabeza no cabía ni cabe otra cosa. Dicho esto, a mí me parece que un lenguaje gastronómico inclusivo va a ser muy difícil de lograr. Seguro que hay otras actividades culturales o cotidianas con menos epicenos. Y aunque se haya tratado de un juego exagerado y forzado para conseguir algo "divertido"... se adivina que el lenguaje inclusivo es un sinsentido, confuso, contra natura, contrario a la razón y las reglas gramaticales. Incluso poniéndose en el lado de los que consideran que hay que romper con la tradición para eliminar el lenguaje sexista, no parece fácil la tarea en este capítulo. Y no tiene pinta que podamos ayudar a la visibilidad de la mujer, que es de lo que se trata. Espero que al menos hayan pasado un rato más o menos agradable. Alfredo Franco Jubete.

LA BOCA MARKETING & COMUNICACIÓN, S.L. | EDITOR: Alfredo Franco Jubete

DISEÑO: Ángel Luis Sánchez • angeluisanchez1@gmail.com / Desarrollo: Datacom Soluciones Internet

INICIO ↑