Comentario: Bar de barrio sencillo y convencional, al que solo entran los del barrio que viven o trabajan por allí y los que saben a lo que van. Llevan en el lugar haciendo bravas desde 1945. Bar sin ningún interés aparente para una guía gastronómica, a juzgar por lo que ves delante de tus ojos: todos los tópicos de los “baretos de barrio”: churros, frituras, bocatas de todo tipo, raciones de oreja, morcilla, tortilla de patata. Además de raciones y tapas, salen platos para dar de comer a vecinos, oficinistas y trabajadores, que buscan cocina honesta y sencilla. Pero lo que muchos aficionados a la comida vienen a buscar aquí, son las bravas. Sobre todo, los que han vivido alrededor de una bravas que han entrado a su boca desde el biberón. Una salsa espectacular, que las convierte en una de las buenas patatas bravas de Madrid, además, venden la salsa para sorprender a los invitados con su buena salsa. También ofrecen diferentes tipos de bravas: tradicionales, gallegas, del mundo (varios países), sin gluten. Han añadido otras dos sucursales al tradicional bareto de Moncloa.

Especialidades: Por tanto, aquí se viene a comer bravas y a beber una cañita… bueno, o dos, que para apagar el pequeño “afuego” de la bravura, siempre es agradable un trago de cerveza de más. No obstante, decir que la cerveza no quita ni "esto" del picante de la boca. Es uno de los santuarios de este aperitivo tan madrileño. Su salsa es cremosa y untuosa, suave, con un bonito brillo que la hace única. Uno siempre desea que le sirvan un poco más. Las patatas, con una fina capa dorada por fuera, se deshacen en la boca al primer mordisco. Los que las conocieron en el pasado dicen que han bajado algo el nivel de calidad y de picante (desde que lo cogieron los sucesores a los antiguos dueños). Seguiremos la pista.