Comentario: Restaurantes catalanes Madrid. Comer marisco siempre fue un ejercicio de sencillez tradicional y básica, tanto en la mesa, como en la cocina: cocción y plancha. El mejor producto, el menor tratamiento y... bendita sea tu pureza. La tradición también fue no pagar “mantel de lino” para obtener el mismo beneficio. Aquí no hay mantel, pero se paga como si lo hubiera. Hasta que llegó alguien con creatividad que cambió el camino. Rafael Zafra, sevillano, cocinero en Arzak, responsable de la Hacienda Benazuza que dirigió Adriá. También cocinó con Quique Dacosta y Dani García. Se casó con Ana Gotanegra, 5ª generación de pescadores y pescaderos en Rosas, mejores proveedores de El Bulli entre otros. Crearon Estimar en Barcelona y tras unos años Madrid. Se proveen a diario del producto más emblemático: del Mediterráneo, gamba roja de Rosas, cabracho, salmonete… marisco gallego y cigala de Huelva. Taberna contemporánea con el comedor integrado en cocina y office. Funcional en el mobiliario, expositor de pescados, cocineros y camareros trabajando y usted en medio de todo esto. Si esto le gusta, pida cocina. De la ubicación de la mesa dependerá la confortabilidad o comodidad de la experiencia. Aquí no se viene a tener una cena de las de tú, yo y el amor… se viene a comer mariscos y pescados espectaculares, con otro tratamiento y otra ruta incluso en el comedor.

Especialidades: Y cambiaron el camino: los mariscos confluyeron en destinos jamás imaginados. Especies ajenas dialogaron, donde antes solo había silencio en el hielo: erizos de vida arisca y solitaria, encunados en relación gozosa con gambas y caviar. Destinos apenas frecuentados como las deliciosas gambas de Rosas: cocida fría, al vapor tibia y a la plancha caliente. También lo hacen con los chipirones. Y una gilda enamorada... bailar pegados es bailar… con los percebeees... elevando su firmamento: boquerón, tomate seco, ajo encurtido, aceituna, piparra, anchoa y ¡percebe! También percebes rebeldes que hartos de agua ser tiran a las brasas y llegan a la mesa descamisados (los dejé para otra vez). Caminos no explorados que ni siquiera existían: un salmonete con su cuerpo en mil pedazos: cabeza frita, cola al soplete y lomos a la parrilla. Los boquerones en vinagre siempre tumbadazos, aquí levantados en revolucionaria actitud de libro abierto… apenas marinados, plateados, casi crudos, únicos. Y también cigalas a la brasa, chopitos con mayonesa de su tinta muy bien hechos. Carpaccio de cigalas con emulsión de cebolla caramelizada, que hacían en El Bulli; ortiguillas con mayonesa de ajo asado; raya adobada a la sanluqueña, excepcional; navajas en escabeche de azafrán tibio, otro de los must de la casa. También venden bikinis... comestibles (por docenas) de salmón y caviar. Delicados y deliciosos guisantitos de Llavaneres con espardeñas. Dejo para el final los grandes y buenos pescados, pero ¡ayayayay!… que el cabracho se les pasó de punto y nos llegó seco para nuestra desgracia. Deberíamos haberlo devuelto, lo merecía. El flan de huevo es único, la nata completa su espectacular cremosidad. La tarta de queso es buena y una alternativa. Buena bodega. Precios duros. Una nueva cultura marisquera que ha venido para quedarse e inspirar a los demás. Restaurantes catalanes Madrid.